miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Marineros del Mar Sin Estrellas! Parte 2.

Opaí. ¡Bienvenidos a otro episodio de "Le tiro un tonel" Sword & Sorcery Edition, donde no hay salvación contra la mongolada y la tontuna! Me vais a perdonar la tardanza, pero un ébola de sida me ha tenido encamado varios días, a lo que hay que añadir varios eventos aleatorios pre-navideños, que han ido reduciendo mis habilidades blogueras a la pifia automática. Tengo varias entradas en la parrilla, así que pronto volveréis a saber de mí.



El Mar Sin Estrellas

Los bravos hombres y mujeres de Angou se encomendaron a los dioses, remendaron sus heridas y calmaron los ánimos, mientras observaban la puerta que descendía irrevocablemente a las negras profundidades.

Tarascus poco observó la puerta, pues su primer y único instinto fue reventarla en una nube de astillas con un ariete improvisado. Hecho que hizo que varios aventureros se refugiasen en la escalera por si algo subía a comprobar que había sido ese inofensivo estruendo brutal. ¡Cobardes! Finalmente, el bravo escudero exoneró a su fiel mendigo Oryx que bajase de primero, antorcha en mano, pues no va a ser toda la gloria para el escudero, que bien sabe de compartir.

Bajó pues toda la comitiva, por unos estrechos escalones de piedra sumidos en la oscuridad. De pronto y tras gritar la palabra ¡ORO! alguien se arroja a coger unas monedas del suelo con tal sensación de vivir que pierde la verticalidad y bastante dignidad, y de paso hace de avanzadilla al rodar escaleras abajo. Para incredulidad de todos, era Kerim, recién rescatado. Y sobrevive. 

Tarsi la boticaria, hasta la crica ya de la pasión imbécil inducida por la testosterona, observa que las monedas pueden ser un rastro que conduzca a una trampa (si es que Kerim no las ha desactivado todas con la cara) pero para su sorpresa, conducen a una cámara secreta. 

Encuentras 1d12 de... DOPE.

Allí Tarsi y otros amigos encontraron tres cofres. Oryx no tardó en entrar en la estancia, espoleado por su fiel amigo Tarascus. De pronto y tras gritar ¡COPHRES! alguien procede a abrir el cofre del medio, algo más elevado que el resto y en consecuencia más mortal. El buen hombre en cuestión encuentra al abrir el cofre una cuchilla que le amputa la mano, con spray Tarantinesco y todo. Para regocijo de todos era Kerim, recién rescatado. Y murió.  

Ignorando al entretenido Kerim, pues es el típico chaval que sólo quiere llamar la atención, los vecinos lo apartan a patadas del cofre y le quitan sus cosas. Examinan los baúles a conciencia: Dobles fondos, textura de la madera, veteado, humedad relativa, bruñido en cera o barniz... y encuentran no poco dinero y un par de anillos de plata. Mejor remunerado que mi último trabajo de comercial, y menos terrorífico.

Animados por las chucherías recién saqueadas cuyo único precio había sido la vida de un puto imbécil  desafortunado vecino, los jugadores colocan sus fichas en orden de marcha y reanudan el descenso a lo desconocido.

Tras cambiar la pista de música ominossa, por una misteriossa, llegamos a una gran sala rectangular flanqueada por unos mosaicos, en cuyo centro se encuentra un tranquilo estanque. En las cuatro esquinas de la estancia, cuatro nichos hospedan unos braseros que iluminan de forma tenue el lugar. Señores del Caos sí, pero aprovechando el espacio, feng shui. Bien decorado, todo diáfano, ecléctico, concepto abierto... sí señor.

Nambalot, quizás el tipo más honrado de la expedición, noto una extraña sensación viniendo del estanque. Se acercó a él, para descubrir una serie de puntos de luz apareciendo en el fondo del mismo. De pronto, varios cráneos salieron a flote, sus cuencas oculares palpitando una mortecina luz azulada. Cráneos de hombres y mujeres, mellados por la espada en distintos lugares. El susto dio paso a la confusión, pues nada peligroso sucedía, simplemente los cráneos se acercaban erráticamente hacia los héroes, mirándoles con una pálida luz.

Alguien dedujo que se trataba de cráneos de buenos guerreros, sacrificados por el Caos. La tristeza se apoderó del grupo... ¿Qué podían hacer para ayudarles? ¿Qué intentaban decirles?

Hubo de todo: "Tenemos que sacar de aquí a todos los cráneos para que sus almas puedan descansar", "¿Alguna calavera tiene casco, puedo robarlo?", "Yo arrojo un cráneo contra el suelo"... finalmente Nambalot, sintió la necesidad de llevarse el primer cráneo que apareció con él, extrañamente inspirado por la energía que irradiaba. 

También se fijaron largo tiempo en los murales. En ellos se narraban abominables escenas. Por un lado, dos grotescos guerreros dirigían una hora de monstruos a batalla, sembrando la muerte, la destrucción y el true norwegian black metal a su paso. El otro esbozaba un paisaje de pesadilla, con sacrificios de doncellas, tentáculos, zigurats y extraños símbolos, sólo le faltaba un ATAQUE SIMIO para sacar un pleno en clichés de espada y brujería.

¡ATAQUE SIM...! OOOOIIIIOOOIIIIIIIIII<3<3

Dos de los aventureros encontraron unas túnicas con estampado del mal, así de entretiempo, muy ponibles, y como el negro pega con todo y más en invierno (y como han jugado a la llamada de Cthulhu), se las llevaron. Así acudieron a la siguiente estancia.

Nota: Aquí personalicé el módulo, calzándoles en un pasillo la sala secreta de las maldiciones o sala B-1, porque pensé que estaba demasiado guay como para pasar de ella. Aunque estuvieron a punto de descubrir el pasadizo secreto que usaban los hombres bestia.

Una puerta de piedra, grabada con runas, les cierra el paso a nuestros amigos. El escriba, de los pocos que saben leer de toda esta panda, se anima a interpretar las runas:

"La purga ardiente, que asola la tierra
el crudo invierno, que apaga la vida
odio antiguo, devorando desde dentro
implacable tormenta, que ignora las penas

Cuatro males yacen en esta puerta:
Fuego, Hielo, Odio y Tormenta"

La reacción de los jugadores fue dar media vuelta a repasar los murales que sin duda algo tenían que ver con las runas. Culpa mía, por burro. Pero bueno, les vino bien el repaso, ya que gracias a esto escrutaron los mosaicos con más detenimiento. Con algún detenimiento, quiero decir.

Una potente llamarada surgió de la puerta rúnica cuando el voluntarioso cordelero la abría, los aventureros estaban alerta y apenas fueron despeinados por el fuego, pero detrás del fuego llegó el hielo: Del pasillo brotaba una ventisca gélida que cortaba como un cuchillo frío, ¡Brujería! Tenían que moverse rápido, pues el frío mordía la carne y entumecía los miembros.

Entre las prisas y lo dificultoso de ver, los supervivientes no se percataron del sarcófago que descansaba en la estancia, pues tuvieron que atender al contrabandista que se desmayó. Tras un par de intentos de sacarlo de allí, lo que puso en peligro a más hombres, el contrabandista murió sólo y olvidado, bien conservado por lo menos.

Cruzaron el pasillo, dejando esa trampa mortal atrás. Los valientes de Angou descendieron por más escaleras, hasta dar con sus pies en un suelo húmedo y arenoso. La visión les sobrecogió: Una enorme bóveda natural albergaba un negro y calmo lago, no; un mar... sin estrellas. ¿Cómo podían existir lugares tan maravillosos y terribles? Tal era su tamaño, que incluso era navegable. y de hecho vislumbraron lo que parecía ser un drakkar descansando a varios metros de la orilla.


En la misma, vieron también un menhir grabando en runas, coronado por un enorme brasero que parecía haber sido utilizado recientemente. Y toda esta escena, estaba presidida por el hecho de que allá lejos, en medio de esta gruta y surgiendo del agua, un zigurat dorado de épocas olvidadas brillaba pálidamente. De él brotaban columnas de humo, y el retumbar lejano de tambores y gritos bestiales. ¡Ese sería sin duda el destino final de los habitantes de Angou! Nambalot pudo notar que el cráneo que había recogido antes y usaba como lámpara, brillaba y palpitaba con fuerza.

¡No había tiempo que perder! Los aventureros investigaron el barco y el menhir. Unos fueron nadando hasta el mismo y otros subieron a la cima del monolito. Tras varias deliberaciones, concluyeron en que las runas de ambos elementos eran similares, y que seguro que tenían algún tipo de relación.

El timador, astuto como él solo, inició un fuego en el viejo brasero. Para sorpresa de todos, otro brasero se iluminó en la popa del barco dragón. Sus runas comenzaron a brillar en un verde enfermizo, y este navegó silente hasta la orilla, sin viento ni hombres que remasen.

Todos subieron al barco, con la sensación de que la cosa ya estaba hecha. Ya no había vuelta atrás. Hay muchas maneras de morir y habían elegido morir matando.

Los temores más inconfesables de algunos de los aventureros fueron tomando forma sobre las negras aguas, cuando el barco llevaba la mitad del camino hecho. Formas largas, gelatinosas y oscuras, de un tacto correoso y engarzadas en mil ventosas, empezaron a rodear el casco mientras esa pobre gente aprestaba sus armas y se encomendaba a los dioses.

El primer tentáculo, grueso como un hombre, se alzó sobre el barco y golpeó al azar con bastante mala suerte. Ulloa pudo acertarle en dos ocasiones, haciéndole volver a las oscuras aguas. Tarascus desenvainó su espada para casi tirarla al mar, pero dentro de su estilo, tuvo suerte y esta cayó en cubierta.

Los tentáculos surgían del agua acompañados de un gemido grave y burlón, que de horrible y espantoso era hasta molesto. El sepulturero demostró una vez más estar más que acostumbrado a la muerte, y se lanzó contra un tentáculo apoyado en la regala, seccionándolo de un hábil golpe. No tuvo tanta suerte la carnicera, aplastado su cuerpo contra el mástil por un tentaculazo del leviatán.

El barco seguía su rumbo, pero la batalla era encarnizada. Sucedieron varias cosas que sólo puedo achacar a la presión de un pulpo prehistórico del caos gigante destruyendo la embarcación en la que viajas. Para empezar el recaudador apagó el fuego que ardía en la popa, por razones inescrutables para la comprensión humana, yo he esbozado aquí algunas:
  1. Apagaré el brasero... y así el leviatán huirá pues teme a la oscuridad, o a los braseros que se apagan. O a la gente que ante su ataque pasan absolutamente de él y se ponen a apagar braseros.
  2. Apagaré el brasero... el brasero tiene la culpa de todo. No es trigo limpio, este brasero. No me fío. Me cae como el culo.
  3. Apagaré el brasero... lo que reducirá drásticamente la temperatura ambiente, causándole 1d4 -1000 puntos de daño al leviatán y se lo contaré a mis nietos orgulloso, mientras me tomo un river tónica.
  4. Apagaré el brasero... ¡Grptñz!
Lo único que consiguió apagar el brasero fue detener el barco, obviamente. Que como sabéis se propulsaba por un motor de combustión braseril mágica. Esto generó la simpática situación de los aventureros reavivando el fuego y arrojando de todo al fuego para que ardiese con más fuerza, hasta que el barco empezó a ir tan rápido que hacía caballitos y todo. ¿Si apago el brasero se detiene, luego si arde con más fuerza, va más rápido? POR SUPUESTO. No tiene lógica ninguna, es una estupidez abismal, It´s just for the lols.
Trata de arrancarlo Carlos por dios.

Mientras semejante estupidez tenía lugar, el leviatán aplastó la cabeza del pobre y buen Nambalot, nuestro valiente leñador, para lástima de todos. Oh ah. El escriba recogió la calavera brillante que llevaba el leñador, cuyas cuencas bullían de energía.
El recaudador, que no se cansa de aportar buenas ideas, comienza a imprecar al escriba para que le dé la calavera, supongo que para apagarle los ojos. Se produce un forcejeo entre el pobre escriba y el funcionario, en el que Tarsi pone paz. El recaudador grita ¡CALLA MUJER! y Tarsi lo mata a machetazos. ¡Machete a los machotes! ¡Machete a los machotes! ¡Ye ye yeyé!

Mientras Oryx continúa echando cosas al brasero para que arda más fuerte, Tarascus brilla por fín y comienza a arrojar los cuerpos de sus vecinos por la borda, no sabemos si por instinto o para evitar que se convirtieran en krakens. Pero el caso es que funciona: El leviatán parece entretenerse con las chucherías que le arrojan, y el barco llega al zigurat por fin.

Los supervivientes, ya escaseando, desembarcan. Dos hombres bestia que parecían haberles visto mueren antes de dar la alarma. Observan que los hombres bestia visten las extrañas túnicas, por lo que un par de vecinos se pertrechan con las negras vestimentas y comienzan a ascender entre los enloquecidos sub humanos.

Tambores. Hediondo incienso. Aullidos en la oscuridad. Hombres bestia en éxtasis, arremolinados en los varios pisos de la pirámide escalonada, en cuya cúspide una especie de líder, un chamán, llevaba a cabo sacrificios de oro y sangre a los dioses oscuros, arrojando tesoros y a vecinos encadenados a un extraño pozo del que brotaba una misteriosa energía y efecto de humo con calaveras parpadeantes. Un par de hombres maniatados y de rodillas, suplican clemencia.

Detrás del chamán, una extraña estatua de un guerrero enorme, vestido en armadura, descansaba sentado en un trono junto a la boca del pozo, empuñando un poderoso mayal de tres cabezas.

El escriba y el timador, disfrazados con sus túnicas, llegan arriba, mientras Ulloa toma posiciones con su arco. El resto de vecinos avanzan con cautela. De pronto se desata la locura.

La cazadora hiere de gravedad al chamán, que interrumpe sus cánticos en seco. Los gritos de éxtasis mudan en gritos de horror y confusión. Argor, el escriba y Vallensus, el timador apuñalan a un par de hombres bestia y comienzan a repartir estopa en el piso superior, mientras el grueso de los vecinos, dirigido por Tarascus y el sepulturero, carga desde el piso de abajo, cogiendo por sorpresa a un grupo de acólitos bestiales, que es barrido por la furia Angoutense.

Tan espectacular despliegue táctico hace que los brutales seres se aterroricen, algunos arrojándose a las negras aguas, otros limitándose a correr en círculos.
El combate se intensifica. Ulloa acaba de matar al chamán con su segunda flecha, pues los dioses sonríen a las muchachas valientes, ya se sabe. El cadáver del chamán cae al negro pozo, de donde brota un horrible lamento y más efecto de humo con calaveras parpadeantes.

Tarascus reparte mandobles, el sepulturero palazos, Ulloa combina lo mejor de Red Sonja y Legolas, el timador tira a un hombre bestia al abismo con una ágil patada voladora... Sin embargo, la cruenta batalla con los hombres bestia se cobra la vida de un pastor y de nuestro amado tonelero-fu.


Cuando todo parecía ya ganado para nuestros colegas, la extraña estatua comienza a crepitar, a vibrar y a incorporarse. Suponemos que alimentada por los numerosos sacrificios, incluido el del chamán matado a flechazos.

¡Felan, el señor del caos, volvía a la vidal! Una enorme figura, con una horrible armadura negra y un yelmo que parecía un cráneo con un sólo ojo, se incorporó totalmente, blandiendo un enorme mayal, justo delante del timador. Les lanzo una maldición en algún horrible idioma y comenzó a avanzar hacia ellos, con su único ojo ardiendo en azules llamas.  Normalmente las estatuas no cobran vida en mis partidas, pero un clásico es un clásico.


 Estatua de señor del caos, que ha cobrado vida.

Mientras el intercambio de golpes con los hombres bestia seguía su curso, varios héroes corrieron a plantar cara al coloso acorazado. Ulloa para variar, lo cosió a flechazos según asomó la jeta. Argor buscó la calavera en su mochila para ver que los ojos de esta brillaban con un fulgor rojizo.

Los aventureros intercambiaban golpes con el acorazado demonio, Este casi acaba con el timador y despedazó la cabeza de un cordelero con un certero golpe. Entonces Argor decide arrojar el cráneo contra el señor del Caos, que al verlo, profiere un lamento. Argor no tiene suerte, y falla.

Sin embargo, allí estaba Tarascus, para salvar la humanidad. El escudero tomó la calavera con ambas manos y mientras Argor y demás distraían al señor del Caos, Tarascus corrió con el cráneo bullendo de energía  y de odio, lo tomó con ambas manos y lo estrelló de un salto contra la nuca del ser acorazado.

El golpe fue tal, que deshizo por completo el yelmo y parte del torso del abominable guerrero, como si fuese mantequilla. Los restos del guerrero, aún empuñando el mayal, cayeron al mágico pozo. La explosión de energía fue tal que derribó a varios vecinos. Tarascus derrotando al final boss, a ver quién le aguanta ahora...

Tarascus de ahora en adelante. Descripción 90.000.000.150.000.100% precisa

Todo empezó a temblar, trozos de roca caían de la parte superior de la bóveda, las aguas se agitaban y el zigurat se hundía literalmente. Los escasos supervivientes de Angou corrieron al barco, no sin antes rescatar a un par de prisioneros y llenarse las manos de oro.

La suerte hizo que todos llegasen sanos y salvos al barco, aunque este fue golpeado por una roca y se hundió a pocos metros de la costa. Nuestros héroes nadaron un poco, y allí en la playa, agotados; supieron que todo se había terminado.

Hicieron el camino de regreso a casa... Cascados, heridos, pero vaya: Habían sobrevivido. Fuese como fuese, se habían enfrentado a lo indecible, y volvían. Volvían con oro, cicatrices, y pesadillas para rato...

Quizás había una vida así... quizás aquellos que se atreven a empuñar la espada y a combatir las abominaciones de las profundidades, no tenían que pasar hambre ni penurias... Después de todo, conseguir el oro de un rey con el peligro de ser despedazado por un demonio no sonaba mucho peor que morir de hambre o enfermedad tras décadas de malas cosechas...

¿Que harían ahora?

¿Y que hago yo para que la campaña no se vaya a la mierda después de semejante comienzo? 

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